11 de marzo de 2012

Hay tanto aquí.

Se me pasaron las once:once de la mañana, y luego las once:once de la noche, no llegué a pedir ningún deseo. Se quedó mi boca con tu beso, tu lágrima cristalizada en mi dedo anular, el nudo de tu garganta se mudó a mi garganta; pero me atreví por una vez a no hacerme la loca, a mirarte a los ojos, a pedirte respuestas, a exigirte acciones.

No tengo miedo de perderte, no tengo miedo de que te aburras, no tengo miedo de que intenten enamorarte, no tengo miedo de todo lo malo que puedas pensar de mi, no tengo miedo de que trates de quedarte conmigo para siempre, ni de tus ganas de huir.

Tengo miedo de que no seas tú, tengo miedo de no ser yo, de conformarme con una mentira, de hacerle eco a tu risa, de sentarme a mirar sola como pasa todo, de obligarme a ser la que de el primer paso.

Y que la fuerza divina que envuelve todo en el planeta bendiga mi sexto sentido, mis dudas, mis arranques de cólera, mi curiosidad maldita, mi obsesión por los detalles.

Felizmente aprendí a quererme, a no amarrarme, a decir la verdad, a hacerlo porque lo siento,porque mi corazón está en ello, a no tener miedo de jugarme la suerte con una moneda, a no perder nunca de vista las estrellas, a saltar desde las alturas con los ojos cerrados y sintiendo, a confiar en las buenas lecciones de mis errores y la calma que regala el tiempo.


No hay comentarios: