1 de mayo de 2013

Hablando sola.

Llegó de puntitas, se acomodó la falda y se sentó a mi lado, mientras miraba la casa naranja a través de la ventana sonrió y comenzó a contarme de ti, de tus besos a veces suaves y otras violentos, de tus manos y tus risas. Me contó de aquella vez que iban caminando de la mano y arrancaste unas flores para ponérselas en el pelo, me dijo que una parte chiquita lamentó la muerte de esas pobres flores, pero otra saltaba de alegría por tu detalle. Me contó también de la primera pelea que tuvieron y como sonrió toda la noche, de la primera vez que… bueno.


Me contó de cómo vivieron tanto y se hicieron viejos antes de tiempo, se desgastaron… Y así, mirando hacia la ventana rodó una brillante gota por su cara que casi la rompió en dos. ¡PARA!, le dije, ya no me hables de él, ¿qué no ves que te hace mucho daño recordarlo, soledad?

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