13 de enero de 2013

Cráteres

Y esto se escribió mientras escuchaba por veintiaba vez Tragos de amargo licor covereada por Carla Morrison... (Dato Curioso)


Supe que comencé a olvidar cuando ya no lloraba hasta quedarme dormida, cuando ya no despertaba en la madrugada solamente para llorar y cuando ya no con la menor razón se escurrían mis lagrimas.
No tenía ganas de olvidar, ni sabía que lo estaba haciendo. No era algo que yo quería, pero si era algo que yo necesitaba.
Porque hasta el café tenía tu aroma y la taza reflejaba tu sonrisa, esa sonrisa que hacía que a mi alrededor solo existiera eso, tu sonrisa. Estabas hasta en el canto de las aves, con esa risa estruendosa que despertaba a los osos que invernaban, pero que a la vez calmaba el remolino de vacío que existía en la habitación.
Estabas porque yo no te dejaba ir, o más bien porque tú ya te habías ido, pero no del todo. Al parecer habías decidido dejar marcas y ¡qué digo marcas! eran cráteres. Enormes cráteres como los que deja un meteorito que cae en medio de una ciudad, difíciles de ocultar.
Esos meteoritos llamados recuerdos que lo único que hacían eran causar dolor mental dejando cráteres.
 Y simplemente me di cuenta de eso, porque no estaba olvidando, simplemente estaba llenando el gran vacío que habías dejado en esos cráteres en medio de la ciudad. Los estaba llenando con pequeñas y bonitas florecillas de todos colores que alegraban el andar, con enormes árboles que daban deliciosos frutos para disfrutar.
Así fui llenando los cráteres, las lágrimas regaban los árboles y luego me dí cuenta de que los estaba ahogando y simplemente dejé de llorar para que pudieran crecer. 
 Tu sonrisa ya no se reflejaba en mi taza del café, ahora se reflejaba la mía. Tu risa estruendosa se dejó de escuchar porque dentro de uno de los cráteres, estaba la mía y entonces hacían eco y se escuchaban sobre la tuya, mucho más que la tuya.


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